No tothom té una Dolenta!
No tothom en té una com tu,
tan menuda i gran a la vegada,
i dolça i emmelada,
talment una llepolia ensucrada.
No tothom té una Dolenta!
No tothom pot gaudir
d'un somriure tan llustrós
com el que ens regales dia a dia,
amb sanefes acolorides
enribetades per puzzles dadaistes.
No tothom té una Dolenta!
No tothom té la fortuna
de poder acaronar una pell tan tendra
i escoltar les paraules mudes
que, sense adonar-te'n, parles,
amb la força dels teus ulls.
No tothom té una Dolenta!
No tothom té algú a prop seu
que et mira de reüll,
mentre repica culleretes de plàstic
i salta, trapella,
per cridar-te l'atenció.
I és que...
No tothom té una Dolenta!
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¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene a una como tú,
tan pequeña y grande a la vez,
y dulce y melosa,
tal como una golosina azucarada.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo puede disfrutar
de una sonrisa tan lustrosa
como la que nos regalas día a día,
con cenefas coloreadas
ribeteadas por puzzles dadaístas.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene la fortuna
de poder acariciar una piel tan tierna
y escuchar las palabras mudas
que, sin darte cuenta, hablas,
con la fuerza de tus ojos.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene a alguien a su lado
que te mira de reojo,
mientras repica cucharillas de plástico
y salta, travieso,
para llamarte la atención.
Y es que...
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene a una como tú,
tan pequeña y grande a la vez,
y dulce y melosa,
tal como una golosina azucarada.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo puede disfrutar
de una sonrisa tan lustrosa
como la que nos regalas día a día,
con cenefas coloreadas
ribeteadas por puzzles dadaístas.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene la fortuna
de poder acariciar una piel tan tierna
y escuchar las palabras mudas
que, sin darte cuenta, hablas,
con la fuerza de tus ojos.
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
No todo el mundo tiene a alguien a su lado
que te mira de reojo,
mientras repica cucharillas de plástico
y salta, travieso,
para llamarte la atención.
Y es que...
¡No todo el mundo tiene a una Mala!
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